Del latín “dialectus” – “conversación” y éste del griego διαλεκτός “dialectós” proveniente del verbo διαλέγεσθαι “dialégesthai” – “conversar”, compuesto por la preposición διά- “diá” – “entre, a través” y el verbo λέγειν “légein” – “hablar” . Emparentado también con la palabra διάλογος “diálogos” – “dialogo”, también con el prefijo “diá” para dar la noción de “conversación entre/a través de dos o más personas” y diferenciarlo así de normal “lógos” que significaba “discurso”.
En la filosofía apareció a través de Platón el término “dialéctica” – (ἡ διαλεκτική) para definir su método utilizado en la indagación por la verdad o esencia de las cosas. El nombre también proviene de la palabra “dialégesthai” ya que el método consistiría en una especie de conversación filosófica – él prefería sin duda la transmisión oral de la filosofía, de ahí que sus únicos escritos filosóficos importantes eran diálogos. Lo más importante lo reservaba para sus clases en la academia.
Se acercan unas fechas donde nos reunimos con familiares, amigos y amigas a celebrar estas fiestas. Cenamos, bebemos y "conversamos". ¿De verdad conversamos? o nos quedamos, muchas veces con la sensación de haber pasado una velada baldía.
La capacidad de formar parte de una conversación interesante es una de las mayores ventajas que un hombre o una mujer puede tener. Nada nos permite dar una mejor impresión, especialmente a aquellos que no nos conocen mucho, que la capacidad de saber conversar bien. Ser buenos conversadores, capaces de interesar a las personas, de captar su atención y de atraerlas de manera natural por la superioridad de nuestra capacidad de conversar, es ser los posesores de un gran talento.
Ahora bien ¿Qué hace un buen conversador?
- Estar preparados. Perfeccionar nuestras habilidades conversacionales manteniéndonos al día de las tendencias y los acontecimientos actuales.
- Aprendernos el nombre de la otra persona.
- Establecer contacto visual. No debemos mirarla fijamente. Sí, debemos mirarla a los ojos, pero también todo su rostro.
- Hablar de manera clara y audible. Si se nos pide varias veces que hablemos más alto que repitamos lo mismo, probablemente no estemos hablando con claridad. Grabar y escuchar nuestras conversaciones.
- Utilizar un lenguaje y unos conceptos con los que el oyente esté familiarizado.
- Emplear el estilo de lenguaje de la persona con la que estamos hablando. Utilizar distintas palabras y tonos de voz cuando hablamos con un socio de la empresa que cuando hablamos con un adolescente.
- Ceñirse al tema. Los ladrones de la comunicación son personas que interrumpen nuestra historia y dirigen la atención hacia sí mismos o hacia un tema que saben más.
- Saber cuando hablar y cuando escuchar. Un diálogo debería permitir dar y recibir. Debemos participar sin monopolizar.
- Mostrar interés por lo que se dice. Responder a los planteamientos asintiendo con la cabeza comentando o preguntando cuando sea apropiado.
- Hacer preguntas abiertas para promover la comunicación. Preguntas que no se respondan con un sí o un no.