La preocupación, se puede definir como una
anticipación de algo que creemos que puede suceder en el futuro. Normalmente
las cosas no suceden como las pensamos, es muy difícil poder prever lo que
puede acontecer, de una manera exacta y precisa, por lo que la preocupación no
tiene realmente un sentido positivo y real.
La preocupación nace por estar viviendo en
un tiempo psicológico que no se corresponde con el actual: presente. Cuando me
refiero a tiempo psicológico me refiero al pasado y al futuro.
¿Os habéis parado a observar cual es el
pensamiento que tienes ahora mismo en la cabeza? Seguro que no te has parado,
aunque si lo haces, hazlo ahora. ¿Qué pasa? Cuesta trabajo que salga alguno.
Eso es porque estamos observando. Somos un observador de lo que ocurre en
nuestra mente. Ya ha salido ese pensamiento. Analízalo, párate a pensar en él;
¿Se refiere a un acontecimiento del pasado (nuestra identidad como persona) o
se refiere a algo que queremos que suceda en un futuro (nuestra proyección). La
cuestión es que las preocupaciones surgen cuando no vivimos en el ahora, en el
presente.
Te voy a contar una historia:
El Hachero
Había una vez un hachero
que se presentó a trabajar en una maderera. El sueldo era bueno y las
condiciones de trabajo mejores aún; así que el hachero se decidió a hacer buen
papel.
El primer día se
presentó al capataz, quien le dio un hacha y le designó una zona. El hombre
entusiasmado salió al bosque a talar. En un solo día cortó 18 árboles.
-Te felicito, dijo el capataz, sigue así.
Animado por las palabras
del capataz, el hachero se decidió a mejorar su propio desempeño al día
siguiente; así esa noche se acostó bien temprano.
A la mañana se levantó
antes que nadie y se fue al bosque. A pesar de todo el empeño, no consiguió
cortar más que 15 árboles.
-Me debo haber cansado
-pensó y decidió acostarse con la puesta del sol. Al amanecer se levantó y
decidió batir su marca de 18 árboles.
Sin embargo ese día no
llegó ni a la mitad. Al día siguiente fueron 7, luego 5 y el último día estuvo
toda la tarde tratando de voltear su segundo árbol.
Inquieto por el
pensamiento del capataz, el hachero se acercó a contarle lo que le estaba
pasando y a jurarle y perjurarle que se esforzaba al límite de desfallecer. El
capataz le preguntó:
-¿Cuándo afilaste tu hacha la última vez? - ¿Afilar?
No tuve tiempo de afilar, estuve muy ocupado cortando árboles.
En el momento que
vivimos en el presente, en el ahora no hay preocupaciones sino situaciones que
podemos afrontar, o podemos decidir no hacer nada por intervenir en él. Vamos a
verlo con más claridad lo que estamos diciendo:
- El 40% de las preocupaciones es sobre sucesos que
nunca ocurren.
- El 30% de las preocupaciones es sobre sucesos que
ya ocurrieron.
- El 22% de las preocupaciones es sobre sucesos
triviales.
- El 4% de las preocupaciones es sobre sucesos que
no podemos cambiar.
- El 4% de las preocupaciones es sobre sucesos
reales sobre los que no podemos hacer nada.
Las preocupaciones son tan dañinas que incluso
pueden enfermar a quienes las sufren, debilitan al organismo, transforman
negativamente la realidad, desestabilizan las emociones y nublan los procesos
pensantes.
Quienes sufren de preocupaciones, se puede decir
que es como si estuvieran enfermos, por lo que necesitan rápidamente salir de
esa actitud mental negativa, es difícil, pero sí se puede.
De nosotros depende querer salir adelante de una
situación preocupante, lo primero que podemos hacer es preguntarnos: ¿qué es lo
peor que me puede pasar? al responder esta interrogante nos preparamos ante
cualquier situación por más difícil que sea.
Después aprender a aceptar lo que suceda, de esta
manera dejamos de luchar en contra de la realidad, y comenzamos a
tranquilizarnos; posteriormente iniciar un plan de acción para mejorar lo
existente.
A continuación revisemos algunas reglas generales
sobre la manera de eliminar las preocupaciones:
1. Mantenernos ocupados con alguna actividad
constructiva.
2. No darle demasiada importancia a las cosas.
3. Aceptar la realidad, cooperar con aquello que
es inevitable, siguiendo el camino de la no resistencia.
4. Cultivar una afición, hacer ejercicio físico.
5. Cambiar la alimentación.
6. Dormir bien, practicar la relajación.
7. Buscar la armonía con la naturaleza.
8. Cultivar la espiritualidad mediante la oración
y la meditación".